Libertad, igualdad, fraternidad
Se suele pensar que el 14 de julio, día en que se celebra la Fiesta Nacional de Francia, los galos conmemoran la toma de la Bastilla. Y, sí, bueno, en algún modo se recuerda que aquel día, el pueblo francés, hambriento, oprimido, rabioso, destruyó la mítica prisión parisina y este fue el signo del fin de toda una era de fastuosos, cuasi divinos reyes. Sin embargo, debido al sangriento recuerdo, el diputado Benjamin Raspail -cuyo apellido nombra uno de los más famosos boulevards de París- propuso en 1880 una ley para conmemorar el día 14 de julio de 1790, día en que se llevó a cabo la Fiesta de la Federación.
Otro detalle que puede resultar curioso está en relación con la imagen que ilustra esta nota: La libertad guiando al pueblo. También se piensa que este cuadro de Eugène Delacroix –en el que el pintor romántico se representó con sombrero de copa- pretende ser una imagen de la toma de la Bastilla cuando, en realidad, ilustra una escena del 28 de julio de 1830, fecha en la que los parisinos –todavía en la lucha por liberarse de los reyes- levantan barricadas durante las Tres Jornadas Gloriosas, con las que se terminó la monarquía borbónica, representada por Carlos X.
Lo que sí queda claro es la voluntad de celebrar, cada 14 de julio en Francia, el triunfo de la libertad o, cuando menos, el anhelo del ser humano por alcanzarla. La libertad del ser humano, desde aquella fecha, se ha emparentado con la igualdad y la fraternidad. Ahora cabe reflexionar cuánto de esta máxima universal y esperanzadora vive todavía en nuestras instituciones y en nuestros actos cotidianos.